La historia de Perú para con
Chile ha sido de una constante singularidad.
Como las mareas, el flujo y reflujo en nuestras relaciones se han
sucedido a lo largo de los años, alejándonos y/o acercándonos.
No se necesita una mirada
muy perspicaz para percibir que Chile se
ha convertido en la apropiada víctima sobre la cual periódicamente Perú
descarga una serie de frustraciones y conflictos internos, debido a la necesidad
de contar con un “perfecto enemigo” que permita unificar el sentimiento de su
población, ante la falta de una sana autocrítica, de un sistema social
integrador o de una renovadora política interna.
Desde la Guerra del Pacífico
hasta nuestros días, el Perú ha tenido 4 guerras internacionales; Chile
ninguna. Sin embargo, eso no es suficiente para que Perú considere a Chile como
un vecino poco confiable y hostil, siempre traicionero y del que hay que
recelar. Chile es el “Caín de América” para ellos y así lo difunden cada vez
que pueden y en todos los escenarios internacionales posibles. Nuestro país ha
sido catalogado de “republiqueta” por el ex Presidente Alan García al que sin
embargo nuestro país le ha concedido la condecoración Bernardo O´Higgins, su
máxima condecoración. Al mismo mandatario peruano que llevó a Chile a La Haya.
Desde el inicio de la
presentación ante el Tribunal de Justicia de La Haya de la demanda en contra de
Chile, se ha sostenido que el caso ha sido preparado por Perú para obtener de
la nada jurídica alguna prebenda, alguna base sobre el cuál apoyar posteriores
demandas. ¿Cuáles serían?, la recuperación de Arica y Tarapacá, provincias a
las cuáles nunca han renunciado recuperar, el constante irredentismo peruano.
A partir de agosto del 2014, tres
suboficiales de la Marina de Guerra del Perú fueron detenidos acusados de
espiar en favor de Chile. Los antecedentes disponibles demostrarían que habrían
realizado una devastadora acción que habría afectado profundamente a su
institución. Rápidamente el Perú exigió explicaciones formales a Chile y
también el compromiso de no volver a espiar al Perú. Debemos reconocer este
audaz comportamiento a la hora de exigir una acción soberana de todo Estado,
olvidando que su historia en temas de inteligencia y espionaje es bastante
prolífica: espionaje interno y externo, muchas de éstas en contra de nuestro
país. De hecho y antes de que estallara este escándalo, las noticias señalaban
que el gobierno del presidente Ollanta Humala estaba realizando seguimientos en contra de su vicepresidenta, Marisol
Espinoza.
¿Cuál habría sido el motivo para
hacer estallar ante la opinión pública el caso del supuesto espionaje chileno
sobre la Marina de Guerra? Para responder debemos recordar dos asuntos muy
importantes que han estado golpeando la
realidad del Palacio de Gobierno.
El primero dice relación con los
muy turbios manejos de dineros ingresados de manera irregular a las arcas del
Partido Nacionalista, el que involucra millonarias donaciones desde Venezuela,
de mineros informales y desde otras áreas muy poco claras. Algunos manejos
involucran al hermano de la primera dama Nadine Heredia. También se han
conocido operaciones inmobiliarias que suponen lavado de dinero; negociados de
construcción que involucran a estrechos amigos y colaboradores de la pareja
presidencial. Humala también ha estado cayendo en el apoyo popular de manera
sostenida, algo peligroso para quien quisiera que su legado político continuara
más allá del 2016.
Desde este punto de vista todo el
tema del espionaje habría sido una cortina de humo para distraer a la población
de esos escándalos evitando además la caída en la aceptación popular.
Sin embargo existe otro elemento que asoma
como tanto o más problemático que el primero, y que tiene relación con las
exigencias que la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) impuso al
Perú como resultado del fallo de la demanda marítima. Este punto es crucial
para comprender también todos los acontecimientos que estamos viviendo y que
han de constituirse en el eje de un posible a futuro: el Perú deberá modificar
su Constitución Política y adherir a la Convención del Mar de las NNUU para
cumplir con el fallo de la CIJ.
Este elemento en apariencia tan simple, es de
crucial importancia tanto para la política interna – vistas las próximas
elecciones presidenciales del 2016 (cuyo electo presidente habrá de conducir
las celebraciones del Bicentenario del Perú) – , ya que permitirá comprender
que el resultado de la demanda marítima no fue un triunfo para el Perú, sino
que un garrafal error de apreciación político-estratégica de su parte. En
efecto, la CIJ no modificó los límites que Chile sostenía como existentes
(línea del paralelo); los reconoce como un límite tácito, pero solamente hasta
las 80 millas desde la costa. Obliga
también al Perú a modificar su legislación interna adecuándola a los
requerimientos de la CONVEMAR, por sobre lo que dice su Constitución, la que
iría contra el interés peruano al no respetar su soberanía.
Peor aún, la CONVEMAR señala en su art. 58
algo que ahonda el problema “…todos los Estados, sean ribereños o sin litoral,
gozan, con sujeción a las disposiciones pertinentes de esta Convención, de las
libertades de navegación y sobrevuelo…”. Por lo
tanto Chile podría navegar libremente por esas aguas. Y para muchos
peruanos eso sería inaceptable.
A pesar de ello, la
reglamentación exigida ha estado lista para su estudio y discusión en el
Congreso peruano desde julio del 2014 y se la tenía en la tabla de asuntos para
ser discutida durante la primera semana de febrero del 2015, esto aún no ha
sucedido. El compromiso que involucra su discusión y aprobación significa un conflicto
político interno ya que nadie está dispuesto a
aparecer como traidor ante su propio pueblo, previo a las próximas
elecciones. Alan García ya ha anunciado que el acatamiento del fallo debiera
ser el resultado de un acuerdo de toda la ciudadanía.
Mientras el gobierno peruano no cumpla con lo exigido por La
Haya, Chile perfectamente podría señalar que éste ha sido desconocido por el
Perú.
El gobierno peruano vía su
Cancillería ha exigido que Chile pida perdón por haber espiado a su Marina de
Guerra Chile exige el cumplimiento del
fallo de CIJ en su totalidad. Perú ha optado por retirar a su embajador en
Chile hasta que nuestro país no pida perdón y se comprometa a no espiar,
exigencia que carece de realidad dentro del contexto internacional y que
atropella la soberanía de un país independiente.
Quedamos entonces en un status
quo, del cual será bastante difícil salir ya que tenemos una Cancillería que se
ha movido con extrema cautela y con líderes políticos que dudan a la hora de
hacer respetar los derechos nacionales.
Artículo de Felipe Núñez - Chile.
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